SOBRE MÍ
mi historia

¡Hola!
Soy Alejandra Rey Gay
Soy emprendedora desde que tengo memoria. Cuando volvía del colegio, en lugar de descansar, daba clases particulares de todo lo que sabía: apoyo escolar, inglés, ¡hasta piano! Todo para poder comprarme una bicicleta sin pedirle nada a nadie. Y cuando lo logré, entendí lo más importante: no hay nada más lindo y gratificante que valerse por uno mismo para cumplir sus sueños.
Desde entonces, no paré más. Mis herramientas fueron cambiando —antes pegaba cartelitos en las paradas de colectivo, hoy uso las redes— pero las ganas son las mismas. Me capacité en Diseño Gráfico, Marketing, Publicidad, Fotografía, y mucho más. Fundé mi propia empresa de eventos: CHIKISPA, que hoy es una cadena de franquicias con presencia en varias partes del país.
Por supuesto, me equivoqué miles de veces… y acerté otras tantas. Justamente por eso, hace algunos años decidí acompañar a otros emprendedores a cumplir sus sueños. Porque sé lo que se siente empezar desde cero.

Un camino con
curvas y coraje
Mi camino no siempre fue claro. Me apasionaban muchas cosas. En mi adolescencia, la música fue mi refugio. Estudié piano, tomé clases de canto con la inolvidable Margarita Doldán, quien no solo me enseñó teoría musical, sino algo aún más valioso: a respirar. Gracias a ella, logré combatir el asma que me tenía atada al salbutamol. Nunca voy a olvidar el día que me dijo: “Hoy no vamos a cantar… hoy te voy a enseñar a respirar”.
Después del secundario me anoté en Turismo en la Universidad de Morón, con ayuda de mi mamá, que hizo malabares siendo madre de cinco. Me dieron media beca por mi promedio, pero a mitad de año la beca fue cancelada y ya no pude seguir. Con solo 17 años, sin ingresos, tuve que pensar un Plan B.
Me preparé para entrar al profesorado de inglés en el Joaquín V. González… pero no lo logré. Por si acaso, también me había anotado en el CBC de Diseño Gráfico. No era lo que soñaba, pero terminó siendo una de las mejores decisiones de mi vida.

DISEÑAR
mi vida
Gracias a esa carrera, pude diseñar presentaciones para mi primer jefe a los 18 años, armar un CV cuando me echaron en 2001 y conseguir trabajo en un call center. Allí fui creciendo hasta llegar —años después— al área de Diseño. ¡Lo había logrado! Trabajaba de lo que me gustaba, y aprendía más que en la facultad.
En el medio… la vida. Me casé, me divorcié, fui mamá, me volví a enamorar. Me equivoqué, volví a empezar. En 2013 decidí dejar mi trabajo en relación de dependencia y apostar a lo propio. Así nació CHIKISPA, mi emprendimiento de eventos pensado para niños. Empecé combinando mi trabajo con el emprendimiento, hasta que decidí apostar de lleno, franquiciar la marca y hacerla crecer.
Me formé continuamente. Hoy no solo creo experiencias, también me ocupo de la fotografía, el diseño, la comunicación, el marketing y las ventas de mis proyectos. Todo lo que alguna vez me pareció un sacrificio —las maquetas, las colas en la fotocopiadora, los profes estrictos—, hoy lo agradezco. Era mi entrenamiento para la vida.

Mis raíces,
mi motor
Mi papá nos abandonó cuando tenía 8 años. Mi mamá, una verdadera leona, sacó adelante sola a cinco hijos. Desde entonces supe que nada está garantizado, que todo puede cambiar, y que hay que estar listos para sostenerse por uno mismo. Soy afortunada: me tocó la mejor mamá del mundo. Mi ejemplo, mi orgullo.
Aprendí que la vida es una sola y que los sueños no llegan solos. Hay que salir a buscarlos. Todo lo que vale, cuesta. Y todo lo que pasa, de alguna manera, conviene. Si no me hubiesen negado la beca, tal vez nunca hubiese estudiado diseño. Si no me echaban en 2001, quizá nunca descubría mi verdadera vocación. Si mi jefe me hubiese valorado en 2013, tal vez nunca fundaba mi empresa.
Hoy estoy acá, escribiendo esto para contarte quién soy. Y como dice la canción:
“Porque no es lo mismo que vivir… honrar la vida”.
Así que, si tenés aire en los pulmones, ¡hacé que valga la pena!






